Hace unos meses, en un encuentro de los miembros españoles del “Paternariado Europeo sobre Envejecimiento Activo y Saludable”, escuchábamos a María Iglesias Gómez, Directora de la Unidad de Análisis y Estrategias de la Dirección General SANCO (es decir, una experta en materia de fondos y programas europeos), entonar el “mea culpa” por el fracaso de la Unión Europea en la creación de un sistema sólido y saludable de I+D+i. Reconocía, además, que desde las instituciones de la Unión Europea se había comprendido que la Innovación no puede ser sólo tecnológica, sino que también existe una innovación social a la que hay que apoyar igualmente. Para enmendar esta situación, se pone en marcha la “Estrategia 2020”, con el principal objetivo de mejorar las condiciones generales y el acceso a la financiación para investigación e innovación y garantizar que las ideas innovadoras se puedan convertir en productos y servicios que generen crecimiento y empleo.
En esta “Estrategia 2020” destacan las denominadasAsociaciones Europeas de Innovación (EIP), que deben actuar en toda la cadena de investigación e innovación, y que tratarán de racionalizar, simplificar y coordinar mejor los instrumentos existentes e iniciativas, así como de complementarlas con nuevas acciones en caso necesario.
Todo esto es, en teoría, muy esperanzador y parece que, por fin, se permitirá a las pequeñas y medianas empresas (¡pero a las de verdad!) acceder a la investigación y, gracias a ella, acceder nuevos mercados y contribuir a la creación de empresas cada vez más sólidas. Digo en teoría porque, desde TRUE FOOD ALLIANCE sabemos que todo esto dista mucho de ser una realidad, al menos, en regiones periféricas donde existen no solo brechas en la innovación, sino brechas tecnológicas, lo cual dificulta aún más el acceso a las propuestas de la UE.
Porque sí es cierto que se organizan muchos cursos, jornadas, networking, coffebreak, ferias…para explicar a quienes potencialmente se beneficiarán, que existen muchas oportunidades ahí fuera pero, realmente, ¿cuántas de estas acciones tienen un final feliz? A la hora de la verdad, la persona empresaria se vuelve a su casa y tiene que continuar luchando contra una burocracia asfixiante, contra unas comunicaciones decimonónicas, y contra las normas que exigen iguales requisitos a las pequeñas producciones, que a las grandes empresas.
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26/DIC/2013. Cada vez que decidimos pasar unos días en el Alentejo, un sentimiento de recogimiento adorna desde ese instante el viaje. Esta región cobija una tradición y unas peculiaridades que la hacen especial, cercana, y siempre imponente y acogedora. Sobre todo, porque ofrecen autenticidad.
El día despierta con prisa, deseoso de cruzar al otro lado del Guadiana. Y prefiere los caminos estrechos antes que autopistas y peajes, para saborear desde el principio, olores y experiencias de la mano de sus habitantes. El Alentejo, tan cerca y tan lejos durante siglos, es una puerta a la tradición que está sabiendo introducir los elementos necesarios para su modernización y apertura al mundo. Lleva tiempo en esta tarea. Sin prisas, sin pausas.
En la primera parada, llama poderosamente nuestra atención unos frascos de cristal adornados con un diseño atractivo, y esencialmente mezclado con el paisaje. acercándola a paladares lejanos que buscan sabores auténticos y sin domesticar. Su imagen transmite la tradición de quien se recorre la preciosa sierra alentejana en busca de sus frutos permanentes: castañas, aceitunas, cogumelos, cerezas… escogidas una a una, casi a mano. Y sin embargo, con la capacidad suficiente para exportar a cualquier rincón del mundo. No es la única. En esta zona están siendo muchas las pequeñas empresas que, conscientes de las posibilidades de vender fuera sin renunciar a lo genuino, se están embarcando en procesos de internacionalización adaptados. Todo manteniendo su esencia. Artículos de corcho, vinos, aceites, y muchos más se han convertido en nuevos iconos superando a los tradicionales artículos que podían adquirirse a buen precio en la vecina Portugal.
Para muestra, un botón. , de , en Portalegre. Investigan, desarrollan, producen y comercializan productos tradicionales, y los llevan al mundo. Para que nadie se quede sin probarlos. Han sabido recuperar e innovar, y sobre todo vender, con la más alta calidad. Sin renunciar a nada. Tienen una gama de productos diversos hechos a partir de las mismas recetas con las que se elaboraban hace siglos. La historia la rememoran con cada producto. Cada condimento, cada resultado se completa con el trato amable, familiar de quien regala lo que no le pertenece, pero que cuida para que todo resulte exquisito, y de calidad. En el Alentejo, han sabido abrir puertas despacio, sin agotar sus recursos y preparando todo para tu vuelta. Quieren que repitas. Y lo consiguen.
Dejamos a la espalda, y ponemos rumbo a la vuelta saboreando los rincones ahumados por las chimeneas que ayudan a calentar los espacios, las salas de estar.
La vuelta, obligada por . Buscando la estrechez del camino. El sol comienza a dibujar sus rojos para despedir el día. Siempre impresiona. Esa conexión que se produce con la naturaleza obliga a detenerse para contemplar. Aún hay tiempo para seguir respirando naturaleza. De fondo, se divisa la silueta de una fortificación a ras de suelo. Su contraste con los verdes vecinos hace pensar que quiere ser descubierta, y abordada. Es , del , una impresionante bodega abierta al Enoturismo que exporta vinos de la región. Pese a su tamaño, ha sabido comprometerse con la sostenibilidad. Y hace lo que dice que hace. Una muestra más de que el Alentejo sigue abriendo puertas únicas e innovadoras.
En poco más de cien kilómetros hemos sido capaces de hacer una ruta de productos únicos, de alimentos que sólo saben a la tierra que los produce.
Siempre queremos más. Volveremos